En la oscuridad by Antonio Pampliega

En la oscuridad by Antonio Pampliega

autor:Antonio Pampliega [Pampliega, Antonio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Divulgación, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 2017-05-04T16:00:00+00:00


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EN LA OSCURIDAD

15 DE OCTUBRE DE 2015-16 DE ENERO DE 2016

Lo que viene a continuación es el diario que escribí durante siete meses de cautiverio en soledad. Los originales me fueron requisados por los yihadistas en el momento de la liberación, el 7 de mayo de 2016. No obstante, durante el secuestro leía y releía esas notas —escritas en forma de cartas dirigidas, casi siempre, a mi hermana Alejandra— tratando de memorizarlas para poder contar la historia de la manera más precisa posible en caso de ser puesto en libertad.

18 DE OCTUBRE DE 2015

Mi querida niña Alejandra:

¿Sabes? Pienso en ti todos los días. ¡Te echo muchísimo de menos! No imaginas las ganas que tengo de darte un abrazo fuerte. Me apetece mucho sentirte cerca y no soltarte. Detener el tiempo sin que nada más importe. Nosotros dos. Abrazados. Llorando. Besándonos. Mirándonos. Sí, necesito llorar sobre tu hombro. Mirarte a los ojos, esos ojos enormes que tienes, y pedirte perdón por todo lo que estás sufriendo por mi culpa.

Espero que algún día sepas perdonar a tu hermano mayor por su mala cabeza. Por ser un egoísta y pensar solo en mí. Ojalá nunca me guardes rencor por todo lo que te estoy haciendo sufrir. No eres más que una niña y has tenido que madurar a pasos agigantados por mi culpa. Lo siento. ¡Lo siento tantísimo!

Sueño con el día en el que nos volvamos a ver. Te has convertido en mi salvavidas en este lugar de mierda. Trato de no decaer, te lo prometo. Es complicado. Intento mantener la cabeza lo más fría posible y ser mentalmente fuerte porque quiero salir de aquí y me temo que lo más duro está por llegar. Cada día me aferro a ti buscando un ápice de esperanza, un poco de consuelo, una chispa de ilusión. No me puedo rendir. Aguanto porque no pierdo de vista ese objetivo: volver a verte. Me lo imagino un día y otro y otro y otro. Pero me siento muy solo. Siento cómo la tristeza, la incertidumbre y la desesperación se van apoderando poco a poco de mí. Busco una palabra de consuelo y no la encuentro. Por eso recurro a ti, Aleja. No me dejes desfallecer.

Estoy solo en una celda. Aislado. Encerrado con todos mis miedos, que son muchos. No puedo comunicarme con nadie. Escribo. Así siento que hablo con alguien, que hablo contigo. Tengo un cuaderno y un bolígrafo, y he empezado a escribir este diario que espero que alguien te pueda entregar algún día. Te iré contando todo lo que me suceda. Será una forma de desahogarme y también una forma de saber que alguien al otro lado me escucha. Sé que estás tirando de mí para que no me hunda. Eres mi faro en la oscuridad.

Aquí, cada día es una auténtica losa. El tiempo parece detenido. Me paso la mayor parte del día tumbado en la cama, escribiendo. Además de estas cartas, he empezado una novela negra en la que un antiguo corresponsal de guerra investiga un atentado yihadista en España.



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